Desde aquella primera vez en que
vi a
Baltasar Garzón vestido de portero que no me tragaba entera una de estas
pachangas navideñas televisadas. Ni siquiera lo hacía cuando
Minguella, bajo un nombre tipo "El partido de las Estrellas", reunía a todos sus búlgaros y sudamericanos para ver si engañaba a alguien y podía colocar alguno en España.
El
Iker vs.
Nadal de hoy ha estado bien. No te enterabas de una mierda de quién corría, quién jugaba o quién hablaba pero ha sido entretenido. Es verdad que hemos perdido una oportunidad histórica de juntar a
Sete Gibernau y
Sainz en un mismo circuito, sin embargo hemos disfrutado con otras cosas como por ejemplo ver a Raúl de tenista (si
Acasuso hubiese tenido su revés, la
Davis aún se estaría jugando); escuchar a
Eto'o decir que en su pasado él ya vistió de blanco "
con orgullo y con placer"; apuntar en la lista de refuerzos de invierno para el
Espanyol a algún tenista como punta - si me he de comprar camiseta, me compro la de
Feli-; reírnos con el que aparentemente parecía más soso (un desastroso, cómico y voluntarioso Sastre de portero) o aplaudir mentalmente a
Juanma Castaño cuando afirmaba que "s
e quedaba con todo el equipo de Deportes de Cuatro menos con Manolo Lama". El aplauso mental se ha hecho más fuerte cuando
Djokovic hablaba en inglés sobre el problema de la malaria - uno de esos mensajes solidarios automatizados que piden a los famosos que digan para crear conciencia- y Lama lo traducía simultáneamente como: "
Dice que le gusta El Hormiguero pero que es una pena que se haya acabado Pekín Express".
Etiquetas: Casillas, Nadal