Y hoy más que nunca el
You'll never walk alone sonó con aquello que dice que "
al final de la tormenta habrá un cielo dorado".¡¡¡Que fantástico argumento de final!!! Maravilloso, espectacular...No soy demasiado viejo pero pensé que tras aquella final de Barcelona en que el Manchester remontó en el tiempo de descuento al Bayern no viviría algo tan vibrante.
Me equivoqué. Larga vida a la reina y larga vida al fútbol inglés. Que pasión, que orgullo, que ganas, que espíritu. Hasta David contra Goliath hubiera firmado una victoria tan grande como ésta.
El partido fue como tenía que ser. Comenzó con una primera parte digna de chapuza española. El gol al minuto de juego de Maldini hizo prever la final más corta de Europa. Con esa sentencia en los primeros segundos tan sólo haría falta esperar que el Milán se encerrara y marcará el segundo en alguna contra.
Ahí falló el Milán. De tan superior que se vió se apresuró en avanzar el final de su película y en vez de esperar al minuto 70 corrió a celebrarlo antes del descanso con dos goles de Crespo. Con ese resultado ya no quedaba nada por ver: ni el catenaccio del Milán, ni las contras de Kaka y Shevchenko, ni las marrullerías de Gattuso. La final se había acabado.
Sin embargo el manual de tópicos dice que un partido dura 90 minutos y que en el fútbol nada es imposible.Y menos cuando por el medio hay sangre vasca dispuesta siempre a hacer lo difícil como si nada importara. Cuanto más difícil, mejor. Xabi Alonso comenzó a coger el mando de su equipo y el Liverpool comenzó a soltarse.
A ese espíritu vasco se le sumó el orgullo inglés que encarnado en las figuras de Carragher y sobretodo Gerrard pensaron que "nothing is impossible". Bastaron seis minutos para demostrar al mundo entero que lo último que se pierde es la fe, que con el corazón a todo se llega, y que el Liverpool no había estado en el infierno 20 años para llegar a las puertas del cielo y no traspasarla. Tres zarpazos de Gerrard, Smicer y Xabi Alonso y vuelta a empezar.
Ya con el 3-3 vimos la final prevista, la de dos equipos temerosos que no arriesgaban demasiado: el Milán porque no le gusta llevar el peso del partido y el Liverpool porque, aparte de eso, tampoco tiene los suficientes hombres arriba con calidad para hacer daño. Lo suyo es pundonor. A la que se pusieron a pensar con la cabeza y no con el corazón la final volvió a dormirse.
En la prórroga Benítez se acordó que aunque en Italia son los maestros del cerrojo en España eso se inventó antes. Defensa numantina, puñal en la boca, mucho sufrimiento y buscar una gesta heroica. Tratar que los minutos pasaran como fueran, ninguna intención más porque no podían . El esfuerzo había sido enorme y ya no quedaba gasolina.
Eso el Milán lo vió, pero no supo como atacar, no estaba acostumbrado a ello. Sólo en el último minuto de juego, entonces es cuando son auténticos especialistas, volvieron a tocar la Copa, casi la agarraron. Fue un doble remate de Shevchenko (no tuvo su noche) que no entró porque la final ya había escrito su destino una hora antes.
Tras la chapuza española, la machada vasca y la defensa numantina llegaban los penalties. Benítez volvió a sacar sus estudios y con dos jugadas maestras se llevó la final: primero, apartando lo más lejos posible a los españoles de la tanda de penalties (si en algo no podemos presumir es que sabemos ganar tandas) y segundo, y esto fue lo que más me impresionó, encargando a sus técnicos que enseñen toda la picoresca española a su cancerbero. Nadie entendía que demonios le decían Ochotorena y otro compañero a Dudek justo antes de la tanda. ¿Le estaban enseñando a parar penalties a un portero de su categoría? La respuesta llegaría instantes después cuando rememorando al Bayern Lewerkusen del 88 Dudek comenzaba a hacer gestos raros en la portería, despistando a los italianos y convirtiendose en el héroe de la final.
Todo estaba estudiado, Europa vuelve a ser
red.
PD1: Mala suerte para Reina, el partidazo de Dudek le puede cerrar sus puertas al fútbol inglés.
Pd2: Se cumplieron las estadísticas: el Liverpool sólo gana finales a equipos que visten de blanco y el rojo es un color ganador.