En el fondo me alegro que ayer a Eto'o le saliera el tiro por la culata en el Camp Nou. No me gusta la gente egoísta que antepone su éxito personal al colectivo. No me gusta el personaje que celebra sólo sus goles e incluso parece molestarle que los marquen sus compañeros. No comparto su obsesión, sus ganas de comerse el mundo, sus ganas de competir.

Y me gustaría que al final el Pichichi, la Bota de Oro, o cualquiera de estos trofeos que realmente no tienen ninguna importancia fueran a parar a manos de Forlán, o incluso de Oliveira. Jugadores que no buscan el gol por lucro propio sino por el bien del equipo. Gente que lucha para que su equipo esté lo más arriba posible pero que no se sienten obsesionados con el gol.

Y es que toda obsesión es mala en la vida. Por el Bar a menudo pasa Santi que nos cuenta su verdadera obsesión por Cristina que sin embargo no le es correpondida. En cambio, Gerardo, un tipo que pasa de todo es el que más moja del Bar simplemente porque no se lo plantea.

En el gol pasa lo mismo. Basta querer marcar para que pase lo contrario. Y nadie está a salvo: yo me acuerdo de Iván Zamorano, de Raúl o incluso de Ronaldo. Y cuánto más hablaban de ello menos acertados estaban.

Por suerte para el Barça esta lucha tiene cuartel con la Liga ya resuelta. Imaginaos que sucede a mitad de una temporada y el Barça necesita los goles de su delantero centro. Si Eto'o se bloquea ahora que no se juega nada imaginaos cuando haya una Liga por el medio. Y lo peor de todo para los culés, tampoco veo al camerunés aceptando de buena gana una posible sustitución o suplencia a manos de un delantero en mejor forma.

Y si por casualidad ahora escuchan a algún periodista deportivo que se pregunta el porque es un ídolo Larsson en el Camp Nou ya lo saben: el sueco sí entiende que esto es un deporte de equipo.

Escrito por por Anónimo el 23 mayo 2005.
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