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El nuevo Día Después


No me he llevado ninguna decepción con el nuevo Día Después porque no me esperaba nada él. Y es que, lo siento, pero ya llevaba la lección aprendida de cuando vi el último "Un, dos, tres" de Luis Larrodera: cuando no hay ideas nuevas, la táctica es empaquetarlo con un papel viejo. Y eso es lo que ha sido El Día Después, un programa antiguo, sin espíritu, sin frescura y sin originalidad que ha intentado vivir del pasado (sin conseguirlo, claro está) gracias al nombre. Nada más. Si hubiera tenido alguna de las características anteriores, no hubiera necesitado llamarse como se llama ahora. Cualquier cosa hubiera valido para engancharnos. Pero como el producto es mediocre, lo han disfrazado de lo único bueno que tiene la sección de deportes del Plus: el nombre.

Y así, como quién ve Rocky V, Rambo IV o, aún peor, Star Treck XIII, me he tragado el programa entero. ¿Lo mejor? La vieja guardia: Maldini dando paso a golazos en una mini sección y Raúl Ruíz recuperando vídeos de entrenadores de los ochenta (cosa no muy original pero siempre efectiva) ¿Y lo peor? Ver como han dedicado casi la mitad del programa a dar un mensaje de "qué guapo soy, qué tipo tengo y qué bien lo hago". Comenzando por la cabecera (el primero que salía era Cañizares), siguiendo por las presentaciones ("estamos haciendo historia de la televisión", ha llegado a decir Castaño) y continuando por los vídeos (los primeros han sido uno del ex portero valencianista, otro de Castaño, otro de Valdano rememorando su época de presentador y otro con viejos momentos del viejo EDD). Yo, yo, yo, yo y más yo. Dime de qué presumes y te diré de qué careces...Careces de ideas nuevas.

Por cierto, desde aquí pido que busquen un nuevo nombre para Lo que el ojo no ve porque sino van a desprestigiar algunos de los recuerdos más bellos de nuestra memoria. Y es que igual que el hijo de Vázquez Montalbán no escribe como el padre, los redactores de ahora tampoco pueden hacer lo que hacían los de antes. Harán otras cosas mejor seguramente (quizás sepan leer los labios como nadie o rastrear por Internet) pero para imitar y buscar gente entre la grada no sirven. O igual sí. Igual el equivocado soy yo y ver como un niño logra un autógrafo de Mata es digno de aquella vieja sección y de estar haciendo historia de la televisión.

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