Yo era de Schleck. Y además tampoco entiendo mucho de ciclismo. O sea, que el hostión de despertarme con la noticia del positivo de Contador no me ha afectado tanto como a alguno de vosotros. De todas formas la existente preocupación que tenía por el tema –aumentada, he de reconocerlo, por aquel AC citado en la Operación Puerto- ha quedado rebajada al entrar en Ciclismo 2005 (una de mis biblias ciclistas debido a su sinceridad, credibilidad y agresividad) y leer del doping Light de Contador lo siguiente:

“Es algo menos que inapreciable. Sin embargo, es positivo. El ganador del Tour de Francia está suspendido provisionalmente y la UCI se gana fama de corajuda e infatigable contra el dopaje: ni los más grandes están a salvo. No dejen de reparar en que el anuncio se ha hecho a hora australiana y durante los Mundiales, porque la plana mayor del organismo está en las antípodas. Han esperado justo hasta este momento, para obtener si cabe mayor repercusión. En la rueda de prensa de dentro de unos minutos Contador argumentará que la cantidad no produce mejora del rendimiento deportivo, que ha sido una contaminación alimentaria -si es así, se puede seguir la trazabilidad de la carne, esto no es China- y tal y cual. No tirará piedras contra la UCI, porque esto no va ir muy lejos. No le quitarán su Tour.”

Es cierto que luego, en la rueda de prensa, Contador, entre excusas, explicaciones y argumentos, habla de “desconfianza del sistema” y de oportunidad perfecta para “cambiar la norma”, palabras que dejan claro que las meigas existir no existen, pero haberlas haylas. Sobretodo en Galicia. Sin embargo esos 50 minutos en los que Contador ha señalado como culpable a un trozo de “carne de la buena” comida por respeto al que la trajo de España (¡si por un trozo de chuletón das positivo, cómo estará Fermín Cacho de yonki!), más que servir para posicionarme en el lado de los que creen o no en él, a mí me ha sido útil para reafirmar una teoría: “Las victorias de hoy, las celebraré en el 2030”. No sea que luego te salgan las atletas alemanas de los 80 y te digan que todo es mentira o que te pongas a leer un libro del retirado Agassi y descubras que no está calvo sólo por genética. Es decir, que hay que vivir el deporte y a los deportistas como gran espectáculo, sufrirlo y disfrutarlo, reír, putearse, cagarse en ellos e incluso aprovechar para beber una cerveza con la excusa de una victoria. Pero implicarte, vivirlo con fanatismo y poner la mano en el fuego por ellos, no es necesario. Es cruel pero es así.

Y así, visto como espectáculo, al menos puedes sacar punta de cosas intrascendentes. Hoy, por ejemplo, el gran momento de la rueda de prensa para mí ha sido la anécdota de Vinokourov. Que el sospechoso kazajo se puteara el día del positivo porque a él no le dieron “carne de la buena” sino una carne que era pésima me parece un magnífico gag de un gran guionista. Y más con Vinokourov por ahí en medio. En cambio para otros lo mejor ha sido escuchar eso de “Tengo la vida solucionada. No necesito dar más pedales”, una frase que el mismo Julián Muñoz podría haber dicho. Y para otros el gran triunfo de toda esta historia es poder recordar a David Martínez, aquel lanzador de disco que engordó y engordó a un cerdo con nadrolona para demostrar que la culpa de su positivo de nandrolona no era suya sino del cerdo. Surrealista. Aunque no tanto como la cifra que ha provocado todo este follón: 0’000 000 000 05 gramos de clembuterol por mililitro.

Escrito por por Anónimo el 30 septiembre 2010.
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