Hay un refrán educativo que nos dicen a todos de pequeños que dice que "lo poco agrada y lo mucho enfada". El pulpo Paul acaba de hacer ese click que sirve para traspasar la frontera entre lo tolerable y lo indecente. Que (por lo menos) seis cadenas televisivas decidan parar el mundo para que Paul hable, que los políticos lo sitúen como cuestión de estado, que los pescateros se debatan entre el aumento o la frenada de ventas del producto y que haya desbancado en las conversaciones de ascensor al clima y la ola de calor es cuanto menos alucinante.

Yo he jugado como el que más con el pulpo Paul pero llega una momento en que lo único que deseo es cambiar de plato. Eso sí, pese a jugar tanto, aún no sé porque lo he hecho. Está claro que en un principio era tan sólo un gag pero su conversión con el paso del tiempo me ha llevado al más allá y a no entender qué me pasa, que me motiva a seguir hablando de él. Quizás el secreto es que el pulpo sirve para creer, para reír , para que los que odien el fútbol tiren de él con ironía y, sobretodo, para que nos unamos todos. El éxito de Paul no radica en sus pronósticos sino en que permite hablar de fútbol incluso a gente que no suele hacerlo nunca. Ahí está su grandeza. Si millones de personas son capaces de entenderse durante un Mundial no es por el 4-4-2, el 4-3-3, los carrileros, el doble pivote o el debate de la portería sino por cosas más simples: la paraguaya, la Carbonero, la trompeta y el pulpo. Lo demás son tonterías. Como decía Nelson Rodrigues: "en fútbol el peor ciego es el que sólo ve el balón"

Vídeo del día: alemán celebrando victoria durante el Mundial (cc/ a holandeses y españoles)

Escrito por por Anónimo el 09 julio 2010.
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