Más que volverme mayor yo lo que me estoy es volviendo raro. Antes, por ejemplo, tenía marcados en rojo los días que venían los Reyes Magos y Santa
Claus. Más tarde, cuando con mis 9-10 años me enteré que todo era una farsa, comencé a marcar en rojo los partidos
futboleros importantes: finales de
UEFA y
Champions, de
Eurocopas, Mundiales.....Y ahora...ahora lo que marco son cosas como la final del Mundial de
rugby (iba con Francia que eran los malos) o como las
World Series de
Poker de Las Vegas de ayer.
Para mi ha sido un placer despertarme a las ocho, enchufar el ordenador y ver que seguían jugando por el título. ¡Y encima con mi carpintero checo liderando en fichas tras eliminar a
Ben Lam que era el
mediático de la final!
No sé que tenía el checo que me atraía de sobremanera. Quizás era que le veía uno de los nuestros. Y es que mientras el resto de jugadores iban con sus gafas de sol, sus capuchas y sus
patrocinadores, él iba con un camisa de cuadros (fácilmente de los 80) y un recorte mal plastificado de la bandera checa en su pecho. Es decir, mientras otros vendían trozos de su cuerpo a
Pokerstars, 888, casinos, relojes y hasta bebidas
energéticas, él se contentaba con llevar una bandera de su
país mal puesta en su solapa.
Además él, con esa pinta de secundario de Loca Academia de
Policía, jugaba de una manera
superatractiva, muy de la que me va. Os iba a decir que muy
Mourinhista, muy
amarrategui, pero quizás
Mourinho es demasiado alegre para la comparación. ¡Ya sé! El carpintero checo - que de carpintero no tiene nada ya que ha sobrevivido estos años gracias a una tienda de coches y el ajedrez- ¡es
Lotina! Triste y angustiado, sí. Pero un superviviente que igual que el
mister vasco es capaz de cualquier artimaña defensiva para sobrevivir. Y es que
Staszko no es que metiera cinco defensas para seguir vivo como suele hacer
Lotina cuando tiene problemas: ¡¡metió a todo el equipo dentro de la portería!! En el mes de julio, en la fase previa del torneo, estuvo cuarenta manos seguidas tirando las cartas sin entrar a ninguna apuesta cuando eran unos 800
participantes. ¿Por qué lo hizo? Para entrar en premios (cobraban unos 750) . Y es que, como
Lotina, sabe que un 0-0, en un momento dado, puede ser un gran resultado si tu rival pierde. Y todos sus rivales perdieron.
Lo mejor no es que apostara por el 0-0, lo mejor es que apostó por el 0-0 con un gol de Coro milagroso que llegara al final...¡¡Y llegó!! En el momento de explotar la burbuja de los premios, él sólo tenía unas 12.000 fichas...y cada apuesta valía 5.000. Vamos, que después de estar sin comer, beber y gastar durante tres semanas estuvo a punto de no llegar a final de mes. Por suerte, y quizás por cinco o diez minutos, lo consiguió. Y entonces como a jugar y a apostar. A la desesperada y con
Aranzubia de ariete. Y los resultados llegaron. Se dobló una vez, robó otra vez,
rerrobó y volvió a
redoblarse. Tanto ganó que pasó de la nada a llegar a ser líder de fichas en la mesa final.
Y entonces, líder, volvió a hacer de
Lotina. El primer día de la mesa final, casi ni se movió. Esperó cartas que nunca llegaron y mientras esperaba veía como se eliminaban los otros jugadores entre ellos. Y el segundo, cuando sólo quedaban tres aspirantes, tuvo la suerte meter un gol en el primer minuto (en la primera mano le cayeron dos 77 que
hirieron a un
Lamb al que remató en la cuarta mano con
JJ) que le daba el pase al mano a mano la final. Y aquí encontró las dos moralejas de la historia: uno, que el
póker es un deporte donde juegan mil personas y ahora también ganan los alemanes (en este caso un alemán tan agresivo jugando que sólo le faltaba insultar y amenazar mientras metía fichas). Y dos: que
jugarte casi nueve millones de dólares con un 10 7 es casi tan mala idea como intentar mantener la categoría gracias un gol de
Riki.