Lleva un par de días flotando en el ambiente pero yo hasta hoy no me había enterado de
la llamada del Rey Juan Carlos a Florentino Pérez y Sandro Rosell para que jugadores de
Barça y Madrid acudan a
Oviedo a recibir el Príncipe de Asturias. A estas alturas de la película, y con treinta años, no voy a decir que esta llamada de padre rico a padres populares para que los hijos acudan a la fiesta de cumpleaños de su hijo y que este no se sienta triste me sorprende, me alarma o me avergüenza pero sí que diré que me parece destacable.
Destacable porque hasta ahora, como pueblo llano, aceptábamos la norma de que los estados están
jodidos y para
entretenernos nos metían pan y circo en cantidades industriales. Lo que no sabíamos es que lo que suponíamos -que los que mueven los hilos están pendientes de arreglar el estado y no del estado del circo- es mentira y que en realidad están más atentos de lo que sucede en la carpa que de lo otro y que además no tienen reparo, en un momento dado, de robarnos los enanos para su corte si se encaprichan de ellos. Y sino estáis de acuerdo con la teoría, haced memoria: yo en tres décadas al Rey le recuerdo dos grandes decisiones: quitar a
Eva Sannum (¿o era la
Sartorius?) de las fiestas del Príncipe y colocar en ellas a Casillas y
Xavi/
Iniesta, decisión que, vista así, parece incomprensible a nivel sensual, glamouroso y erótico (a no ser que ellos sepan algo que nosotros no sabemos).
Total, que viendo la importancia que le da Su Majestad a nuestro
entoldado, a nuestros pasatiempos, servidor es incapaz de atreverse a decir si la muerte de Chanquete y la nariz de Belén Esteban fueron decisiones de Mercero y
Vasile o de la Casa Real. Todo es posible.
Por último, a nivel deportivo, es bonito pensar en la cara que pusieron
Mourinho y
Guardiola cuando les dijeron que esta semana no sólo tenían que estar pendientes del
Copenaghe, del Zaragoza, del
Milan, del Racing, de los periodistas y del entorno sino también de "la invitación" del Rey de España. No diré que la Liga la adultera y la decide Su Majestad con su teléfono pero os aseguro que si me
dais a escoger entre
una llamada de presión de
Moggi y una de Don Juan Carlos, escojo la primera. ¿Por qué? Porque con
Moggi te queda una última (y milagrosa) vía que es la de la Justicia pero con el Rey no te queda alternativa. Su inmunidad hace que la decisión sea de ceder sí o sí no sea que se enfade y que, igual que ha llamado a tu presidente, llame al de la Federación y al del Colegio de Árbitros. Seguro que los números los tiene en su agenda. Y sino seguro que tiene tiempo para buscarlos en el
listín telefónico...
En fin, que si el sábado se encuentran
Osvaldo y
Xavi de compras por Barcelona uno dirá: "
Yo no juego por cagarme en el árbitro. ¿Y tú?" Y entonces el otro responderá: "
Yo no juego por no cagarme en el Rey"