Un Prat - Poble Sec del año 60
De La suela de mis zapatos he sacado un texto que me ha hecho gracia. Es una de las actas arbitrales más polémicas de la historia del fútbol español. Sucedió el 5 de noviembre de 1960 en un Prat-Poble Sec. El árbitro, José Amor, decidió suspender el partido en el minuto quince de la segunda mitad. Sin embargo, y ante el riesgo de no salir vivo de ahí, no tuvo el valor de comunicar la decisión a los jugadores, les hizo seguir jugando (a pesar de estar ya el partido suspendido) y cambio su criterio arbitral descaradamente a favor de los locales. Días después la Federación Catalana suspendió al árbitro quien inisitió que tal medida no sólo era posible sino necesaria. El acta dice así:
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"…el capitán del Prat, don Rodrigo Pastor Campos, a espaldas mías y alentado por el público, dio un punterazo al balón con ánimo de darme en la nuca. Por fortuna, erró el tiro. No lo expulsé, porque el ambiente estaba a punto de estallar y no me podía fiar del señor delegado de campo ni de las autoridades que, a su vez, me increpaban.
A los veinte minutos, el capitán del Prat propinó una patada descarada al extremo derecho contrario, que tuvo que ser retirado del campo. Le llamé para amonestarle, ya que no podía expulsarle, pero no me hizo caso y, llevándose las manos a sus partes, me dijo que fuera yo allí. No pude contenerme y me dirigí de nuevo al delegado de campo. Pero, ante la impasibilidad de las autoridades, una lluvia de piedras me impidió llegar hasta él, lo que produjo manifiesta alegría.
A los treinta minutos, el jugador del Prat, don Joaquín Álvaro, dorsal número dos, agredió a un contrario, teniendo que ser asistido el lesionado. No lo expulsé del terreno de juego.
A los treinta y dos minutos, el jugador del Prat con el dorsal número cinco, don Francisco Javier G. de la Castra Balmes, me protestó agresivamente, amenazándome con ambos puños, a pesar de que mi arbitraje les era parcialísimo. Tampoco lo expulsé.
Esos tres jugadores, antes mencionados, hicieron toda clase de marrullerías, insultos, planchas y patadas, hasta finalizar el encuentro.
A los treinta y cinco minutos, en clarísimo fuera de juego, un jugador del Prat marcó el gol del empate, que yo di por válido. El gol fue lógicamente protestado por los jugadores del Pueblo Seco, pero su capitán, don Juan Villacamps Martínez, los apartó de mi lado y les obligó a callar, ayudándome mucho en mi labor.
A los cuarenta y dos minutos, señalé un penalti inexistente contra el Pueblo Seco, y su capitán, una vez más, se encargó de apaciguar a sus jugadores, que me rodearon y zarandearon. Se lanzó el penalti, y el portero lo desvió a córner.
Alargué el partido ocho minutos más del tiempo reglamentario, hasta que el Prat, en un lío ante la puerta del Pueblo Seco, marcó al fin el gol de la victoria. Di inmediatamente por terminado el encuentro. Al ir hacia vestuarios, el público reanudó los insultos, pero con menor intensidad, puesto que creían haber ganado.
Cuando el equipo arbitral íbamos a abandonar los vestuarios, le expuse al señor delegado de campo mis temores de que los seguidores del Pueblo Seco nos esperaran en la parada del autobús con ánimos agresivos. El delegado, tras consultar con el presidente, puso un taxi a nuestra disposición. Tuvimos que dar un gran rodeo para no pasar por la citada parada, yendo hacia el aeropuerto antes de tomar la carretera que conduce a la Gran Vía
José Amor, 5 noviembre 1960"
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"…el capitán del Prat, don Rodrigo Pastor Campos, a espaldas mías y alentado por el público, dio un punterazo al balón con ánimo de darme en la nuca. Por fortuna, erró el tiro. No lo expulsé, porque el ambiente estaba a punto de estallar y no me podía fiar del señor delegado de campo ni de las autoridades que, a su vez, me increpaban.
A los veinte minutos, el capitán del Prat propinó una patada descarada al extremo derecho contrario, que tuvo que ser retirado del campo. Le llamé para amonestarle, ya que no podía expulsarle, pero no me hizo caso y, llevándose las manos a sus partes, me dijo que fuera yo allí. No pude contenerme y me dirigí de nuevo al delegado de campo. Pero, ante la impasibilidad de las autoridades, una lluvia de piedras me impidió llegar hasta él, lo que produjo manifiesta alegría.
A los treinta minutos, el jugador del Prat, don Joaquín Álvaro, dorsal número dos, agredió a un contrario, teniendo que ser asistido el lesionado. No lo expulsé del terreno de juego.
A los treinta y dos minutos, el jugador del Prat con el dorsal número cinco, don Francisco Javier G. de la Castra Balmes, me protestó agresivamente, amenazándome con ambos puños, a pesar de que mi arbitraje les era parcialísimo. Tampoco lo expulsé.
Esos tres jugadores, antes mencionados, hicieron toda clase de marrullerías, insultos, planchas y patadas, hasta finalizar el encuentro.
A los treinta y cinco minutos, en clarísimo fuera de juego, un jugador del Prat marcó el gol del empate, que yo di por válido. El gol fue lógicamente protestado por los jugadores del Pueblo Seco, pero su capitán, don Juan Villacamps Martínez, los apartó de mi lado y les obligó a callar, ayudándome mucho en mi labor.
A los cuarenta y dos minutos, señalé un penalti inexistente contra el Pueblo Seco, y su capitán, una vez más, se encargó de apaciguar a sus jugadores, que me rodearon y zarandearon. Se lanzó el penalti, y el portero lo desvió a córner.
Alargué el partido ocho minutos más del tiempo reglamentario, hasta que el Prat, en un lío ante la puerta del Pueblo Seco, marcó al fin el gol de la victoria. Di inmediatamente por terminado el encuentro. Al ir hacia vestuarios, el público reanudó los insultos, pero con menor intensidad, puesto que creían haber ganado.
Cuando el equipo arbitral íbamos a abandonar los vestuarios, le expuse al señor delegado de campo mis temores de que los seguidores del Pueblo Seco nos esperaran en la parada del autobús con ánimos agresivos. El delegado, tras consultar con el presidente, puso un taxi a nuestra disposición. Tuvimos que dar un gran rodeo para no pasar por la citada parada, yendo hacia el aeropuerto antes de tomar la carretera que conduce a la Gran Vía
José Amor, 5 noviembre 1960"
Etiquetas: árbitros, hemeroteca, Poble Sec, Prat
El Prat es la fama que ha tenido siempre... eso sí, impresionante el acta.
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ninest123 08.27
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