Hoy lo iba pensando mientras corría por la playa de Castelldefels: "Locó ha muerto. No en la vida real sino en nuestras cabezas".

Él, que llego con el peinado más horrible que ha existido jamás en una Copa del Mundo (incluso más que Mihailov, portero búlgaro del 94-98) y que hizo un correcto Mundial -defendió mejor que Pernía-, ha muerto futbolísticamente hablando.

La vida es así. De aquí a cuatro años alguien recordará las corbatas de Lavolpe como seguro hoy alguien se acuerda del arbitraje de Byron Moreno en el Italia -Corea del 2002 pero nadie, ni su peluquero, se acordará del bueno del angoleño. Pobre tipo. Toda una vida ilusionado con disputar un evento de este calibre y así darte a conocer al mundo y el mundo te olvida en dos semanas...

¡Que duro es eso, chicos! Nadie, ni siquiera Google, sabrá jamás que fue de este voluntarioso lateral ni dará noticias de sus traspasos. Jamás aparecerá en una quiniela como posible candidato a reforzar la banda de un equipo europeo de Primera ni lo veremos en la agenda de africanos de N'kono. Locó ha muerto. Siga el fútbol.

Escrito por por Anónimo el 24 julio 2006.
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