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El Informe Robinson de Barcelona 92


Son un pelín cabroncetes los de Canal Plus. Y no lo digo por alguna escena de humor negro del inicio de Informe Robinson sino por el hecho de que una vez ha acabado el documental, cuando más nostalgia, más lagrimones y más ganas de comentar cosas tienes, te dejan sólo tres minutos de descanso hasta que en pantalla te aparece María Lapiedra haciéndole la táctica de Campanilla a Santiago Segura en Torrente 4. Si en esos tres minutos te olvidabas de hacer zapping, estabas nostálgicamente muerto como servidor.

El Informe Robinson de Barcelona 92 – aquí se puede ver – supongo que llega más o menos en función de quién eras tu en el año 92. Si tenías 20, 30, 40, los recuerdos te pondrán la piel de gallina. Si tenías 13 años y pillaste tu primera y última gripe veraniega de tu vida aquellas semanas, el IR de ayer servirá para vivir lo que no acabaste de vivir en el 92.

Yo, griposo aquel verano, me acordaba básicamente del Amigos para siempre, del “Atletas bajen del escenario” de Constantino Romero,  del típico chiste del Cobi y el Cobi punki que hacías con la palma de tu mano (según tuvieras el anular y el corazón escondidos o no era lo uno o lo otro), del Angolazo, de Fermín Cacho y de la flecha de Rebollo. Pero en mis Juegos Olímpicos no aparecían ni como protagonistas, ni como secundarios ni siquiera haciendo un cameo gente como Patricia Guerra o Antonio Vázquez, medallistas olímpicos en mi caebza desde ayer. Y obviamente no me acordaba que el gol que nos dio el oro fue gracias a un córner que lanzó…¡el Chapi Ferrer!

Sí que tenía archivado, en cambio, a García Chico, bronce en la final de pértiga. Lo tenía etiquetado como la medalla afortunada de aquellos Juegos. Un atleta que no había competido antes ni volvió a competir después, apareció por Barcelona, vio como Bubka –que había competido antes y volvió a competir después-  despareció ese día y se llevo una medalla que no esperaba nadie. Bueno alguien sí la esperaba, el mismo García Chico que explicaba ayer cómo vivió aquellos días: “La noche anterior me fui de cañas y me acosté la una. Yo sabía que iba a ganar una medalla y que Bubka lo iba a hacer mal porque no estaba a gusto, no conseguía pegarse bien el esparadrapo ni dar con la pértiga adecuada. Eso sí, hubiese preferido que quien hubiese fallado no hubiese sido Bubka, así le darían más valor a mi medalla”.  

Las cervezas y las facultades adivinatorias de García Chico -es un puto amo desde ayer- no son el único gran descubrimiento del documental. También dan a entender que alguien de ETA (o relacionado con ETA) salió untado para garantizar la tregua esos meses; que Díaz Miguel se enfadó con ¡Quique Andreu! porque ¡Charles Barkley! se llevaba todos los rebotes (“¿quién es ese Barkley para que nos coja todos los rebotes?” le dijo al descanso); que la Villa Olímpica era un desmadre total (Arantxa tuvo que volverse a casa para poder descansar y los del fútbol –que no habían aparecido en todos los Juegos- aparecieron tras su oro para ver que pillaban y de paso molestar a los del waterpolo) y que hay un plan de pensiones para los medallistas españoles muy y muy jugoso que ahora van a comenzar a disfrutar: si ganabas el bronce, te daban 50 millones cuando cumplieses los 50. Si eras plata, 70 millones. Y si eras oro, cien millones. No sé quién hizo el seguro pero le va a tocar pagar unos 1.000 millones en los próximos diez años más o menos.

Y entre los detalles qué cuentan, algunos muy curiosos: el entrenador de Miriam Blasco murió un mes antes de los JJOO en una moto que le había comprado la propia Miriam Blasco; la bandera con la que dio la vuelta de honor Fermin Cacho era de su madre y tenía 23 años de vida (la madre la compró el año que nació Cacho pensando, supongo, que un día su hijo la enseñaría a todo el mundo), que Carolina Pascual estuvo a punto de perder la medalla por culpa del ruido de la grada (eso hizo que no se enterara del incio de la canción); y queel entrenador de José Manuel Moreno era un ruso de los bestias (“Durante el año sólo se puede descansar un día. Escoge tu cuál” le decía al ciclista durante su preparación)

Total, que como veis había muchas cosas por explicar y muy poco tiempo. Por eso, como leí a Bend3r ayer por Twitter, es necesaria una segunda parte del documental. Él exige la presencia de Eufemiano Fuentes, yo pido la presencia de Faustino Reyes (la única medalla sin voz en programa -¿será porqué Faustino, según la Wikipedia, es más de Callejeros que Informe Robinson?),  de Iñaki Urdangarín  (¡morbo!) y, como no, de Constantino Romero y Los Manolos.
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